jueves, 12 de diciembre de 2013

PERRO MALDITO




¡Cómo suenan  y rompen 
las campanas en mi cabeza!
Sueltan su costra y se me abren los oídos,
como si me comiesen a latigazos,
 ¡doy gritos!, y caigo,
¡caigo rompiéndome a trozos como cristales!

Clavo mis rodillas, ¡y rompo el viento!
Me impregno de sangre
hasta los tobillos.

Yo, ¡grito y grito!,
¡cómo un perro maldito!,
¡cómo un cobarde miserable!

¡Maldita sea mi suerte!,
que me gritan hasta los oídos.

Siento no valer más que este suelo.
Superior le siento
al verme  arrodillado entre su mugre,
que hasta él, se empeña
en quitarme de en medio.


Ahora sé lo que siente 
un condenado a muerte.
¡Castigo de Dios!,
que aún me rezuma tu voz
y me rompes los oídos
como si fuesen campanas.

¡Tiemblo!
¡Rompo!,
¡Caigo!
Grito tu nombre entre la nada,
deshaciéndome,
como los cristales de mi alma.







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